En México hay más de 2 millones de unidades productivas rurales, de las cuales, el 50 por ciento sólo tienen 2 hectáreas de superficie además de que 80 de cada 100 productores del campo sólo lo hacen para el autoconsumo sin lograr obtener siquiera los alimentos básicos que requieren todo el año.
Esta circunstancia, mas el acentuado trabajo individual, imposibilita el acceso a servicios técnicos como la capacitación y asesoría, la tecnología, los insumos, la maquinaria y el equipo que se requiere para mejorar la productividad sustentable.
En el campo nos hemos envejecido y empobrecido haciendo las actividades agropecuarias a mano, más del 75 por ciento de los productores son mayores de 60 años con tierras erosionadas o plantaciones viejas. Hay cafetales y huertas frutícolas que sobrepasan los 30 años de edad con muy baja productividad.
Sólo en Puebla, 140 mil de los 154 mil beneficiarios del PROAGRO, tienen menos de 5 hectáreas y, 28 mil de los 44 mil productores de café cuentan con menos de media hectárea de su cultivo, frecuentemente en zonas de ladera.
Los apoyos más solicitados por los productores son abonos y fertilizantes, porque es imposible obtener cosecha si no se fertiliza. Los suelos están muy pobres, se erosionaron, perdieron la materia orgánica y con ello su capacidad productiva.
También necesitan semillas mejoradas porque en algún momento perdieron la costumbre de seleccionar y apartar para las próximas siembras. Se hicieron dependientes de las variedades comerciales y los que no tienen para comprar, utilizan de la misma que cosechan sin ninguna mejora. En los cafetales requieren plántula para la renovación de las plantaciones.
Necesitan servicios de análisis de suelo para poder fertilizar de acuerdo con bases científicas que cuantifiquen los nutrientes existentes y las necesidades de los cultivos. Este concepto de apoyo no existe en los programas públicos, por eso el tanteómetro es el instrumento más utilizado por los campesinos.
Cientos de productores en Puebla, solicitan en forma recurrentemente animales de trabajo por el tamaño de sus parcelas o lo inclinado de las mismas. Requieren sembradoras de precisión, fumigadoras y cosechadoras mecánicas, porque los tres puntos críticos del proceso productivo de granos sigue siendo la siembra, el control de plagas y la cosecha.
Estas actividades, la siembra, la fumigación y la cosecha, se hacen mayoritariamente a mano, con una gran demanda de mano de obra porque de estos apoyos, como en algunas tiendas, simplemente no hay, no hay, no hay.
La mecanización del cacahuate y el amaranto representan ahorros de 5 mil a 6 mil 500 pesos por tonelada contra el hecho de hacer las labores manualmente, y en los granos como el maíz, estos son de al menos 2 mil 500 pesos. Para despegar de la planta una tonelada de cacahuaute se requieren 28 personas durante 8 horas y ya no se encuentra esta mano de obra en las comunidades.
Pero también los pequeños productores necesitan quien les preste dinero con oportunidad para producir, con bajas tasas de interés y, cuando no lo encuentran, sólo tienen la opción del prestamista y usurero comunitario con no menos del 10 por ciento mensual.
Por estas razones y por la gran necesidad existente de elevar la productividad para alcanzar y fortalecer la seguridad alimentaria de la población, me parece de gran relevancia el anuncio del Presidente Enrique Peña Nieto, de apoyar con mayor determinación, en la segunda mitad de su gobierno, a los pequeños productores.
Los pequeños productores no necesitan que se les regale nada. Lo que requieren son apoyos para el desarrollo de sus capacidades, servicios técnicos y medios de producción pertinentes para sus propósitos productivos. Hay conceptos prioritarios como la capacitación, la asesoría, la preparacion de tierras, la compra de insumos, la cosecha, y la comercialización, entre otros, que deben ser colectivos.
Un gran acierto de nuestro Presidente el anuncio de este lineamiento de política pública. Los pequeños también pueden y mucho lo necesitan.
@jimenezmerino
Fb: alberto.jimenezmerino
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