domingo, 15 de marzo de 2015

Cambio climático, muchos avisos y pocas respuestas

Alberto Jiménez Merino
En los últimos 14 años, el pago por afectaciones de fenómenos meteorológicos en el mundo se incrementó siete veces, mientras que la economía sólo duplicó su crecimiento, en relación con la década de los años 60 del siglo pasado. Más de 400 millones de dólares se han pagado por desastres naturales a nivel mundial en este periodo.

Recientemente, nevadas en Estados Unidos han provocado, entre otras afectaciones, la suspensión de miles de vuelos por no haber condiciones de visibilidad y de piso para el aterrizaje y despegue. En años recientes ya había ocurrido con mayor intensidad.

En pleno mes de marzo, a unos días que inicie la primavera, la semana que termina nos dio una gran sorpresa con una nevada que paralizó 60 kilómetros de la Autopista México-Puebla por más de 10 horas, en perjuicio de miles de personas. No se recuerda algo semejante en los últimos 100 años.

Aquí cerquita, en el Centro-Norte de México, vivimos en 2011 una de las peores sequías que se recuerden, con grandes reducciones en las cosechas agrícolas y la pérdida de miles de cabezas de ganado, junto con una gran escasez de agua para consumo humano.

En Puebla, las lluvias torrenciales de 1999, la helada que afectó los cafetales en 1987, la sequía de 2005 en más de 100 mil hectáreas agrícolas y constantes granizadas, heladas, trombas y algunos tornados, nos han estado avisando que el clima está cambiando en forma acelerada.

El cambio climático es una realidad científicamente comprobada. Actualmente ya no hay certeza del inicio y término de las estaciones del año, de la época de lluvias y de secas, de la temporada de heladas o del febrero loco y marzo otro poco. Cada día los fenómenos son más inciertos y más intensos.

Desde principios del siglo pasado, la temperatura de la tierra se ha venido incrementando y ha alcanzado cifras cercanas a 2 grados centígrados. Las razones de esta variación se han atribuido a un excesivo consumo de combustibles fósiles, derivados del petróleo, que a su vez han aumentado los gases que provocan un efecto de invernadero sobre la tierra.

Gases como el Bióxido de Carbono (CO2) derivado de la combustión han provocado un engrosamiento de la atmósfera que así guarda más el calor proveniente del sol.

Pero también la deforestación provocada por el aprovechamiento legal e ilegal de las áreas selváticas y boscosas hace su parte en la medida que no hay captación del CO2 excedente.

No se omite la sobreexplotación de los recursos naturales, la erosión del suelo, la excesiva pesca y contaminación de los mares, sobre la alteración del ambiente y especialmente en la ocurrencia de fenómenos meteorológicos.

El conocimiento del cambio climático y sus múltiples avisos han sido ignorados por autoridades y ciudadanos. En las Cumbres Mundiales sobre el Cambio Climático persiste la negativa de los países industrializados a comprometerse con planes de reducción de emisiones de gases efecto invernadero. Esto supone grandes inversiones en innovación tecnológica para las empresas y gobiernos, así se explica la negativa.

La educación ambiental y climática se ha atendido poco. Sólo recientemente en la Cumbre de Lima, se acordó impulsar la educación ambiental en los sistemas educativos. La agricultura orgánica, la agricultura de conservación, el desarrollo sustentable, la cultura de la prevención de desastres y de la protección de la vida, los bienes y los productos, van avanzando muy lentamente y no están aún a la altura de las exigencias naturales.

Hace falta preparar recursos humanos contra el cambio climático tanto para mitigación como para prevención, especialmente a las nuevas generaciones. Impulsar acciones que reviertan el deterioro ambiental y rescaten los recursos naturales, suelo, vegetación, fauna, aire y agua actualmente tan deteriorados.

Se requiere impulsar con mayor intensidad el uso de las energías limpias, solar, eólica y biocombustibles que reduzcan las emisiones y promover el desarrollo y reconversión de la industria hacia formas limpias y sustentables. El viejo cuento de ahí viene el lobo, en el cambio climático ya se hizo realidad y aún no nos hemos dado cuenta.


@jimenezmerino

Fb: alberto.jimenezmerino


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