lunes, 11 de mayo de 2015

BUAP estudia brucelosis por contaminación agropecuaria en Tepexi y Huitziltepec


  • Investigadores del ICUAP se han dado a la tarea de acudir a municipios del estado de Puebla, donde se trabaja con ganado caprino, para determinar los factores de riesgo


BUAP. 11 de mayo de 2015.- Desde 1921, cuando se reportó el primer caso en Puebla, la brucelosis ha encontrado las condiciones ambientales para permanecer de forma endémica en los ecosistemas y ocasionar daños a la población. De acuerdo con la Secretaría de Salud, al año se reportan entre 130 y 400 casos de brucelosis en el estado. Ante este escenario, investigadores de la BUAP realizaron un estudio sobre la influencia de la contaminación agropecuaria en la transmisión de esta enfermedad infecto-contagiosa.

Elsa Castañeda Roldán, doctora en Ciencias Ambientales por la BUAP y la Universidad de Montpellier II, Francia, informó que en dichos estudios han impulsado procesos rápidos de diagnóstico, para determinar el grado de contaminación del suelo, agua y animales, a través de pruebas moleculares y microbiológicas. Uno de estos métodos es “BRUCELLA BUAP”, un medio de cultivo diseñado por la propia investigadora.

El grupo de trabajo está integrado por especialistas del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP), de los posgrados en Ciencias Ambientales y Químicas, así como por expertos en Ciencias Agropecuarias, Desarrollo Sustentable y estudiantes de posgrado.

Tras 15 años de visitas de inspección a municipios poblanos que forman parte del eje neovolcánico -donde se cría el ganado bovino, caprino y ovino, principales transmisores de esta zoonosis-, Castañeda Roldán, profesora investigadora del Laboratorio de Patogenicidad Microbiana del Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas (CICM), del ICUAP, informó que “los principales medios de contagio son el consumo de alimentos contaminados como carne, leche y queso, además del contacto directo con los animales infectados”.

Uno de los problemas en las áreas donde se cría el ganado es la falta de control de las heces, secreciones, residuos de leche y orina de los animales infectados, que quedan dispersos en los lugares de pastoreo y se diseminan por toda la zona, lo que provoca la contaminación de suelo y agua. De esta manera, el microorganismo llega al humano.

La investigadora afirmó que aunque existen programas de control de la brucelosis en el ganado bovino, no hay estrategias dirigidas a los caprinos y ovinos, ni tampoco una estadística que indique tiempo, cantidad y lugar del almacenamiento de los desechos.

Ante este panorama, refirió que determinaron acudir a las clínicas existentes en aquellas zonas, para realizar diagnósticos gratuitos a las personas que pudieran padecer esta enfermedad. “Una vez que detectamos casos de infección en los humanos, les preguntamos si cuentan o trabajan con animales de ganado, de ser así, les solicitamos que nos permitan (en la medida posible) tomar muestras de leche, de sangre y de las heces para analizarlas”.

Castañeda Roldán explicó que a través de métodos rápidos de diagnóstico ha sido posible saber que los microorganismos desarrollan estrategias para adaptarse y sobrevivir en determinadas condiciones del medio ambiente, por lo que el grupo de investigación caracterizó los componentes físicos, químicos y biológicos de los ecosistemas, que fungen como reservorios temporales donde las bacterias se mantienen en estado latente, hasta que encuentran un hospedero.

Con respecto al agua, continuó, “hemos estudiado su profundidad y sus diferentes componentes para saber por cuánto tiempo pueden sobrevivir los microbios, si se adaptan o si se multiplican, y de este modo tener un registro que indique las zonas contaminadas”.

La citada investigación permitió diseñar métodos moleculares para la extracción, purificación y amplificación del DNA de Brucella (agente causal de la brucelosis), lo que hizo factible determinar la especie de esta bacteria.

“Hasta hace un año se conocían diez tipos de Brucella; sin embargo, en este 2015 se reportó una nueva especie que proviene de las ranas blancas, lo que demuestra que el microorganismo está cambiando de ecosistemas, alcanzando no sólo a los animales mamíferos sino a los anfibios y que se adapta a las diversas condiciones del ambiente, a través de la contaminación agropecuaria”, argumentó.

Para que los resultados de este trabajo se traduzcan en un beneficio social, la doctora Castañeda Roldán consideró la necesidad de fortalecer la vinculación entre universidad, gobierno y sociedad, con el fin de diseñar y difundir programas preventivos adecuados para los municipios.

Entre las propuestas de los investigadores está la creación de un registro anual de los desechos que se generan por comunidad y hacer los análisis de las muestras para identificar las especies de Brucella, como agentes causales de brucelosis en los animales, humanos y ecosistemas, y de este modo determinar cuál es el tratamiento específico para las personas infectadas.

De igual manera, se plantea la posibilidad de realizar pláticas con las familias, los agricultores y los presidentes municipales sobre la concientización de los residuos y su uso para generar fuentes alternativas de energía, como la producción de biogás.

Atlixco, Cholula, Emilio Portes Gil, El Seco, Guadalupe Victoria, Huitziltepec, Miravalle, San Ana Coapan, San Martín Texmelucan, Tlatlauquitepec, Tepexi de Rodríguez, Teziutlán y algunas zonas de Veracruz, son las poblaciones estudiadas por los investigadores del ICUAP en este proyecto.


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